¿Cómo podría Dios conocer el futuro? Explorando la presciencia divina

Introducción: Comprender el conocimiento de Dios sobre el futuro

Uno de los aspectos más desconcertantes de la teología es el concepto de la presciencia de Dios. ¿Cómo puede un Dios omnisciente prever el futuro, algo que a nosotros nos parece incierto o incluso imposible de predecir? En este artículo, profundizaremos en las explicaciones filosóficas y teológicas que ayudan a aclarar cómo Dios, en Su omnisciencia, puede saberlo todo, incluidos los eventos que aún no se han desarrollado.

La presciencia y la naturaleza del tiempo

El concepto de conocimiento previo se vuelve más fácil de entender cuando exploramos la naturaleza del tiempo mismo. Los filósofos a menudo debaten dos teorías clave del tiempo: la visión «sin tensión», donde el pasado, el presente y el futuro existen por igual, y la visión «tensada», donde sólo el presente es real y el pasado ya no existe mientras que el futuro ha existido. aún por ocurrir.
Si adoptamos la visión sin tensión, el conocimiento de Dios del futuro se vuelve sencillo. En este modelo, todos los acontecimientos (pasados, presentes y futuros) son igualmente reales y forman un «bloque espacio-temporal» de cuatro dimensiones. Dios, al existir fuera de este bloque de espacio-tiempo, puede percibir todos los eventos, incluidos los futuros, con la misma facilidad con la que percibe el presente. Desde este punto de vista, el futuro no es algo desconocido o incierto sino algo ya real y accesible a Dios.

¿Puede Dios «ver» el futuro?

Uno de los desafíos para comprender la presciencia divina es nuestra tendencia a proyectar las limitaciones humanas sobre Dios. A menudo imaginamos que el conocimiento de Dios es como el conocimiento humano, como si de alguna manera Él estuviera «mirando» hacia el futuro. Esta analogía, si bien nos ayuda a comprender el concepto, es errónea. El conocimiento de Dios no es perceptivo en la forma en que funciona la percepción humana. No se basa en la «previsión» ni en la «visión hacia el futuro». Más bien, el conocimiento de Dios de los acontecimientos futuros surge de su comprensión innata de todas las verdades.
En lugar de percibir el futuro como un ser humano con sentidos limitados, Dios conoce todas las proposiciones verdaderas de forma innata. Su conocimiento no se basa en la observación sino en el valor de verdad de cada afirmación, incluidas las relativas a acontecimientos futuros. Por ejemplo, la proposición «Mañana comerás pizza» es verdadera o falsa. Dios, en Su omnisciencia, sabe cuál es la correcta sin necesidad de observar el futuro como lo haríamos nosotros. Este modelo del conocimiento de Dios se conoce como modelo «conceptualista», en contraposición al defectuoso modelo «perceptualista» que podríamos aplicar a nosotros mismos.

El modelo conceptualista de la presciencia

En el modelo conceptualista, el conocimiento de Dios se basa en Su comprensión inherente de todas las proposiciones verdaderas. Esto incluye el conocimiento del futuro. La idea es similar a la teoría de las ideas innatas de Platón, según la cual los humanos podrían tener conocimientos preexistentes que simplemente necesitan ser llevados a la conciencia. Si bien esto puede no aplicarse a los humanos, funciona para Dios, quien posee un conocimiento completo y perfecto.
Desde este punto de vista, la presciencia de Dios no depende de experiencias limitadas en el tiempo. En cambio, Él conoce el futuro porque conoce todas las verdades, independientemente de su ubicación temporal. La afirmación «mañana darás un paseo» es verdadera o falsa, y Dios sabe cuál es. Por lo tanto, la presciencia de Dios no depende de que los acontecimientos se desarrollen o se vuelvan reales en el tiempo; simplemente refleja Su infinita y perfecta comprensión de la verdad.

¿Es real el futuro?

Uno podría preguntarse si el futuro necesita ser real para que Dios lo conozca. La respuesta está en reconocer que el futuro no necesita existir de la misma manera que el presente para que Dios tenga conocimiento de él. Si bien la comprensión humana del conocimiento tiene sus raíces en la experiencia, la percepción y la observación, el conocimiento de Dios trasciende estas limitaciones.
En el modelo conceptualista, las proposiciones sobre el futuro ya tienen un valor de verdad, ya sea verdadero o falso. Esto se basa en principios lógicos, no en que el futuro «exista» en la forma en que percibimos el presente. Dios conoce la verdad de los acontecimientos futuros porque comprende el valor de verdad de todas las proposiciones. Esto lo respalda el principio de bivalencia, que establece que toda proposición tiene uno de dos valores de verdad: verdadero o falso. Para Dios, conocer el valor de verdad de los acontecimientos futuros no se trata de esperar a que se desarrollen; se trata de comprender su verdad inherente.

El problema del tiempo en el conocimiento divino

La naturaleza del tiempo también juega un papel importante en la comprensión de cómo Dios conoce el futuro. Si vemos el tiempo como algo dinámico, en el que sólo el presente es real, podría parecer que Dios no puede conocer los acontecimientos futuros porque aún no han existido. Sin embargo, en la visión sin tensión del tiempo, donde el pasado, el presente y el futuro existen por igual, el conocimiento de Dios del futuro es simple. Puede observar la totalidad del tiempo como un todo completo.
Incluso si adoptamos una visión tensa del tiempo, el conocimiento de Dios no se ve afectado. Las proposiciones sobre acontecimientos futuros, hayan ocurrido o no, todavía tienen un valor de verdad. Dios conoce estos valores de verdad de forma innata, lo que significa que no necesita esperar a que los acontecimientos se vuelvan reales para conocerlos.

La omnisciencia de Dios y el libre albedrío humano

Una pregunta interesante surge cuando pensamos en la presciencia de Dios y el libre albedrío humano. Si Dios sabe lo que harás mañana, ¿eso significa que te falta libre albedrío? De nada. El conocimiento de Dios de tus elecciones futuras no causa ni dicta esas elecciones. En cambio, Él sabe lo que elegirás libremente, pero sigues siendo tú quien toma la decisión.
Por ejemplo, si Dios sabe que mañana elegirás almorzar una ensalada, Su conocimiento no te obliga a tomar esa decisión. Todavía tienes la libertad de elegir; Dios simplemente conoce el resultado de tu elección porque conoce el valor de verdad de la proposición «Mañana almorzarás una ensalada».

Conclusión: La profundidad del conocimiento divino

En conclusión, el conocimiento de Dios sobre el futuro está profundamente ligado a Su naturaleza omnisciente. Ya sea que veamos el tiempo como un bloque estático de espacio-tiempo o como un desarrollo dinámico de eventos, la presciencia de Dios no está limitada por el tiempo tal como lo entendemos. Él conoce la verdad de todas las proposiciones, incluidas aquellas sobre el futuro, y este conocimiento proviene de Su comprensión innata de la realidad.
Reflexionar sobre estas ideas ayuda a aclarar cómo Dios puede ser omnisciente y estar fuera de las limitaciones del tiempo. Si estos conceptos le intrigan y le gustaría profundizar más, le recomiendo que consulte esta interesante discusión en este vídeo: aquí.